La acción humana ha sido letal en la desaparición de muchas especies, pero en algunas ocasiones nos hemos redimido mínimamente e hemos intentado devolver lo que habíamos robado a la naturaleza.
En muchas ocasiones con dejar de atacar el hábitat de las especies amenazadas es suficiente para que recuperen sus poblaciones. En otras, el esfuerzo tiene que ser similar o mucho mayor al daño provocado antes de llegar a una situación irreversible, como sucede con el rinoceronte blanco, del que solamente quedan seis en el mundo.
Al menos hay algunos casos en los que se ha podido revertir una situación crítica


Pero hay que tomarse los datos con cautela. En la zona occidental (Castilla y León y Asturias) el crecimiento de la población va a buen ritmo, pero en los Pirineos la “persecución humana” acabó con la población autóctona en 2004, aunque se han llevado a cabo varias reintroducciones.

Los riesgos siguen siendo los cazadores furtivos, los atropellos en las carreteras que invaden su territorio, la tala indiscriminada de bosques y el mercado negro que aprecia su piel y sus huesos.

Una buena acción gubernamental ha asegurado que tengan un sitio asegurado en Reserva Biológica de Poço das Antas, además de mantener una población de unos 500 ejemplares en cautividad.
5.- El águila calva, se dejaba ver bien poco en los años sesenta en Estados Unidos ya que solamente había unas cuatrocientas parejas. Todo a causa de la caza indiscriminada, la misma que acabó con la paloma migratoria, el ave más abundante del país.
La prohibición de su caza y de unos pesticidades que le afectaban mortalmente provocaron que su población aumentara vertiginosamente. Este símbolo nacional, presente en su escudo, puede volver a verse ya en muchas partes del continente americano. Y ella puede campar a sus anchas sin miedo de ser cazada, con su gran visión estereoscópica, ocho veces mejor que la de un humano.
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