¿Sabías que hay un laboratorio subterráneo en Canfranc? Se trata de una instalación científica ubicada a 850 metros de profundidad bajo el Pirineo y en la que se investiga la materia oscura, esa gran desconocida que forma el 95% de la masa del universo. ¿Y por qué bajo tierra? Para aprovechar el filtro natural que crea la montaña frente a la radiación, ya que allí hay un espacio mucho más puro que en la superficie terrestre y eso permite estudiar distintos fenómenos sin interferencias.
“Sólo conocemos el 5% del total del universo, el 95% es esquivo. Hay cúmulos de galaxias girando y, supuestamente, deberían salir despedidas, pero hay algo que las atrae y las contiene. Una hipótesis es que un 27% sea materia oscura. Si se descubriese, pasaríamos de conocer el 5% del Universo a conocer el 32%”, explica Alberto Bayo, técnico físico-electrónico del laboratorio, mientras nos guía bajo las bóvedas del túnel, entre jaulas de Faraday, una sala blanca similar a un quirófano -aunque aquí se trata de aislar el ambiente de la radiación, no de los gérmenes- y varias estancias pobladas de ladrillos de plomo, bombonas de distintos gases y todo tipo de instrumental científico.
Al Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC) se accede a través del túnel de Somport, que separa España de Francia. Inicialmente se entraba a través del viejo túnel ferroviario, y ahora, también puede hacerse a través del túnel de carretera. A 2,4 km de la boca española del túnel, y a 5,5 km de la francesa, está la galería número 12, por la que se accede a este curioso laboratorio ubicado bajo el Tobazo (Candanchú).
Es una instalación científica de primer orden a nivel internacional. Es el único laboratorio que hay en España de estas características y solo hay otros 9 similares en todo el mundo. El LSC comenzó a funcionar en 1985, en un pequeño espacio abovedado del túnel, aunque se trasladó después a otro espacio más amplio y ahora ocupa 1.600 metros cuadrados.
Está gestionado por un consorcio formado por el Ministerio de Economía (que se ocupa de la Innovación), el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza, y actualmente lo dirige el científico italiano Alessandro Bettini, una eminencia en el campo de la astrofísica que dirigió durante 7 años el laboratorio más grande del mundo, Gran Sasso, en Italia.
Un total de 275 investigadores –procedentes de 15 países distintos- están involucrados en los 7 grandes experimentos que desarrollan actualmente en el Laboratorio Subterráneo, con nombres tan evocadores como Anais o Rosebud. Tres de ellos persiguen definir la materia oscura, otros tres están relacionados con la física de neutrinos, y uno tiene que ver con la geodinámica.
Desde 2011 existe, además del laboratorio subterráneo, un moderno edificio en el centro de Canfranc, “donde pueden trabajar los investigadores cuando no están con sus experimentos en el laboratorio subterráneo”, dice Alejandro Calvo, gerente del LSC. Allí, además de varios laboratorios, hay un taller, un auditorio, despachos e, incluso, unas cómodas habitaciones por si los investigadores necesitan instalarse allí algunos días.
La mayor parte de los experimentos que se llevan a cabo en el laboratorio son de física, aunque ahora mismo hay en marcha uno de geodinámica: “Es un experimento nuestro, de movimientos sísmicos, tenemos una triple estación térmica –con antenas GPS, un sismógrafo y dos interferómetros- , que nos permite monitorizar movimientos sísmicos a nivel global, desde Japón a L’Aquila, en Italia. En las recientes tormentas del golfo de Vizcaya se podía ver la altura de las olas que se producían en alta mar”, apunta Bayo.
El año pasado el laboratorio recibió más de mil visitas, desde estudiantes de instituto a licenciados en Física, y de uno y otro lado de la frontera. “Si vienen en grupo, entran 30 personas en autobús y, si son particulares, llegan hasta aquí -el edificio de Canfranc- y les llevamos en nuestros vehículos“, dice Calvo. Si quieres ser el próximo en entrar solo tienes que que entrar en la web y solicitar tu visita guiada.
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