La diabetes es una epidemia silenciosa y fatal: el número de casos continúa aumentando a nivel mundial, y ya afecta al 8,3% de los adultos, es decir, 387 millones la padecen, y el panorama futuro no es nada bueno: se estima que el número sobrepasará los 592 millones de casos en 2035, según la FID.
De esa población, 179 millones (casi la mitad de las personas con diabetes) no están diagnosticadas y presentan un mayor riesgo de desarrollar complicaciones dañinas y costosas para la salud pública, amenazando el crecimiento de muchos países.
Además, representa un costo económico enorme: 612,000 millones de dólares, es decir, el 11% del gasto sanitario mundial, se destina a tratar la diabetes y sus complicaciones, pero el efecto devastador en la salud es tal que en 2014 será la causante de 4,9 millones de muertes. En este momento, cada 7 segundos una persona muere en el mundo debido a la diabetes, según el Atlas de la Diabetes 2014 de la FID.
En Estados Unidos, la diabetes es un gran desafío para la salud pública, el país encabeza el ranking de los 10 países de la región con el mayor número de casos: 25,779,000 entre personas de 20 a 79 años. Le siguen México con 9,019,000 y tercero está Canadá pero bastante lejos, con 3,034,000 casos; luego se ubican Haití y Jamaica.
Y en la tabla mundial de los 10 países con más casos de diabetes, EE.UU. está tercero, sólo superado por China e India.
La diabetes tipo 2 es un grave problema para las familias latinas, ya que casi 1 de cada 10 adultos tiene esta condición. Hombres, mujeres y niños latinos tienen un riesgo más alto de desarrollar diabetes que cualquier otro grupo racial o étnico, y los índices de la enfermedad en obesos es el doble que en otros grupos. Las consecuencias son graves: 1 de cada 4 latinos mayores de 35 años que tiene diabetes, también padece alguna enfermedad del corazón, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
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