Unos minutos después de la media noche (hora española) del 5 de mayo, el sol lanzaba una potente llamarada que capturaban los instrumentos del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA. Los satélites de la agencia estadounidense grababan el momento, en el que los diferentes colores indican las distintas longitudes de ondas de la radiación emitida.
La intensa explosión ha sido clasificada con el nivel X .7, (la X denota la categoría de mayor potencia en estos eventos) y se producía en la mancha solar denominada Región Activa 2339. El fenómeno supera al anterior, ocurrido el 11 de marzo y clasificado como X 2.2.
Las llamaradas solares son erupciones que tienen lugar en la parte más externa del astro rey, la llamada corona solar. Dan lugar a fuertes emisiones de radiaciones de alta energía que viajan por el espacio y pueden llegar a la atmósfera terrestre.
Investigadores del Centro de Predicción del Tiempo Espacial estadounidense han asegurado que, salvo una ligera perturbación en los satélites de comunicaciones del área del Pacífico, el evento no ha afectado a la Tierra.
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