Un equipo de astrónomos de la Universidad de Virginia en Charlottesville (EE.UU.) ha descubierto gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) lo que parece ser el primer cúmulo globular a punto de germinar que se conoce. Se trata de una nube de gas molecular extremadamente masiva (tiene 50 millones de veces la masa del Sol) pero sin presencia de estrellas. El estudio ha sido publicado en la revista Astrophysical Journal.
Los cúmulos globulares son uno de los objetos más primitivos del universo (pueden contener hasta un millón de estrellas antiguas) y encontrarlos en esta etapa tan incipiente de su desarrollo es extremadamente difícil de encontrar; tanto es así, que hasta ahora no había sido detectado ninguno.
“Podemos estar en presencia de uno de los más antiguos y extremos modos de formación estelar en el Universo. Este interesante objeto parece arrancado directamente del Universo temprano; descubrir un objeto que tiene todas las características de un cúmulo globular, pero que aún no haya comenzado a formar estrellas, es como encontrar un huevo de dinosaurio a punto de eclosionar”, explica Kelsey Johnson, líder del estudio.
El supercúmulo de protoestrellas en cuestión se encuentra a aproximadamente 50 millones de años luz, en el interior de dos galaxias en colisión conocidas como las galaxias Antena. Lo llamativo de este supercúmulo es que se encuentra en su fase original, dando la oportunidad a los científicos de poder estudiar las condiciones necesarias para una zona que posteriormente acabará repleta de estrellas.
Y es que la mayoría de los cúmulos globulares se formaron hace unos 12.000 millones de años, en la etapa más temprana de la historia del universo: “la probabilidad de supervivencia para que un cúmulo de estrellas joven y masivo se mantenga intacto es muy baja, de alrededor del uno por ciento. Fuerzas externas e internas tienden a separar estos objetos, ya sea formando cúmulos abiertos como las Pléyades o desintegrándolos completamente para formar parte del halo galáctico”, comenta Johnson.
Gracias al telescopio ALMA, los astrónomos han determinado que este futuro cúmulo de estrellas se encuentra bajo una presión extrema: unas 10.000 veces más que las presiones interestelares conocidas, circunstancia que apoya las teorías en las que se especificaba que la formación de cúmulos globulares requiere de altas presiones.
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