Las tierras raras son unos elementos químicos usados en gran cantidad de aparatos electrónicos y de uso cotidiano, como los móviles y en tecnologías a priori beneficiosas para el medio ambiente, como los aerogeneradores o los coches eléctricos. Su extracción y procesamiento provocan destrucción de la naturaleza, contaminación del agua, el aire y el suelo con sustancias tóxicas y radiactivas. Reducir el despilfarro de estos materiales y reciclarlos resultan unas medidas esenciales para luchar contra el problema.
Cómo afectan al medio ambiente "El impacto ambiental de los teléfonos móviles es brutal y no se ve", asegura Enrique Montero, profesor de Tecnología Electrónica de la Universidad de Cádiz y experto en tierras raras y su impacto en el medio ambiente (ofreció una ponencia en el Congreso Nacional de Medio Ambiente, Conama, sobre el tema). "Como los equipos tecnológicos actuales son tan pequeños, parece que tienen poco impacto, pero su impacto ambiental es muy elevado debido a las tierras raras, las cuales además no se recuperan después", explica Montero, responsable además de la cátedra Relec, especializada en el impacto ambiental de los aparatos eléctricos y electrónicos. Las tierras raras son difíciles de obtener y producen daños en el medio ambiente y la salud muy elevados. La extracción se hace en minas a cielo abierto y para su procesamiento se requieren productos químicos muy agresivos. Además, en los minerales de los que se extraen es muy común la presencia de elementos radiactivos como el torio o el uranio. Según datos facilitados por Montero, la producción de una tonelada da lugar a entre 9.600 y 12.000 metros cúbicos de gas residual que contiene polvo concentrado, ácido fluorhídrico, dióxido de azufre y ácido sulfúrico, unos 75.000 litros de agua residual ácida y alrededor de una tonelada de residuos radiactivos. Las consecuencias se ven incluso desde el espacio. Imágenes captadas por la agencia espacial estadounidense (NASA), muestran la principal mina donde se obtienen, en Baotou, Mongolia Interior (China). Este país monopoliza, con un 97%, la producción mundial. China produce a bajos precios porque no incorpora los costes de los daños devastadoras para la naturaleza y perjudiciales para la salud humana: la vegetación desaparece del área de la mina; la contaminación en forma de radiación, partículas o productos químicos afecta al aire, la tierra y las aguas circundantes; y las enormes balsas permanentes contienen productos químicos tóxicos y en algunos casos elementos radiactivos. En Baotou la agricultura y ganadería han tenido que abandonarse y no hay familia que no esté afectada por alguna enfermedad. El comercio ilegal o las luchas económicas internacionales son otras de sus consecuencias negativas. Al igual que otros impactos ambientales, no solo afecta a los lugares donde se origina. Montero explica que "los campos están arrasados y el río amarillo al lado de la mina de Baotou, utilizado para regar y dar de beber a millones de personas en China, está contaminado. Este agua llegará al mar y las tormentas de China, que arrastran las partículas contaminantes, llegan a California". Por ello, subraya el profesor, "es un problema global y hay que tomar decisiones globales". El experto de la Universidad de Cádiz recomienda reciclar todo lo posible para luchar contra el daño ambiental de las tierras raras. Ahora bien, solo el reciclaje no es la solución. Al cabo de unos pocos reciclados, los elementos desaparecen y en algunos casos no merece la pena por la escasa cantidad. Por ello, propone sobre todo las siguientes medidas: Utilizarlas solo en aplicaciones realmente útiles y que puedan reciclarse. Su uso en aerogeneradores, coches eléctricos o lámparas de bajo consumo merece la pena, porque además de ser positivos para el medio ambiente, estos aparatos contienen la cantidad suficiente de tierras raras que justifica su posterior reciclado y recuperación. No ocurre así con los móviles, por la cantidad tan pequeña que llevan. ¿En realidad necesitamos que vibren (precisan de tierras raras para esta función)?, se pregunta Montero. No caer en el consumismo del usar y tirar y evitar el derroche. Cambiar cada poco tiempo de teléfono para estar "a la última" o utilizar aparatos como auriculares de baja calidad que apenas se emplean una vez no debería estar en la cabeza de un consumidor responsable. Las empresas deberían unificar criterios para evitar incompatibilidades que conlleven un mayor uso de componentes, cables, conectores, etc.; en definitiva, apostar por la calidad y la duración de los productos. Disminuir su cantidad y sustituirlos por otros materiales o aplicaciones. Los fabricantes, para no ser tan dependientes de las tierras raras chinas, trabajan en nuevos modelos con la menor cantidad posible o incluso sin ellas, como los discos duros de estado sólido (SSD).
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