Un número creciente de consumidores están dispuestos a pagar una prima por las frutas, verduras y otros alimentos etiquetados como “orgánico”. Sin embargo, saber a ciencia cierta que lo etiquetado corresponde a un producto crecido orgánicamente es otro asunto. En un informe publicado en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, científicos estudiaron los tomates convencionales y orgánicos e idearon una nueva manera de asegurarse de que las granjas están etiquetando sus productos adecuadamente. Su informe podría ser de gran ayuda para prevenir el fraude en el etiquetado de los alimentos orgánicos.
La demanda de alimentos orgánicos está creciendo a un ritmo rápido. Su valor de mercado mundial casi se triplicó entre 2002 y 2011, donde alcanzó $ 62,8 mil millones. Sin embargo, debido a que los alimentos orgánicos puede alcanzar precios a menudo el doble de altos que los alimentos producidos convencionalmente, el riesgo para el etiquetado fraudulento ha crecido igual de rápido. Sin embargo, averiguar si una fruta o vegetal se cultivó en condiciones orgánicos está plagado de complicaciones. Actualmente, la técnica de autenticación más confiable analiza la composición de isótopos estables de nitrógeno, pero no es infalible. Investigadores alemanes decidieron desarrollar un nuevo método más fiable y reproducible.
Para ello utilizaron una técnica llamada espectroscopia de resonancia magnética nuclear, que se ha utilizado para autenticar los alimentos, incluyendo la miel y el aceite de oliva.
Analizaron los tomates cultivados en invernaderos y al aire libre, con los fertilizantes convencionales o ecológicos. Sus datos mostraron una clara diferenciación de los espectros de los productos orgánicos y los convencionales. Los investigadores concluyeron que la prueba es un buen punto de partida para la autenticación de los tomates de producción orgánica y su posterior desarrollo podría ayudar a erradicar a los alimentos con etiquetado fraudulento.
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