El ébola convierte los cuerpos de los enfermos en un campo de batalla del que no todos salen victoriosos. Es el caso de las 981 personas que han superado la enfermedad en alguno de los seis hospitales de Médicos Sin Fronteras en Liberia, Sierrea Leona y Guinea Conakry. Y probablemente es el caso también de Teresa Romero, la enfermera española que se convirtió en la primera persona contagiada con ébola fuera de África y cuya carga viral está descendiendo hasta ser indetectable en las pruebas de diagnóstico.
Los que superan la enfermedad parecen conservar una cierta inmunidad frente al ébola. Y por ello, pueden convertirse en personas clave para luchar contra el virus, ya sea compartiendo su experiencia, aconsejando a la población, colaborando en los centros de tratamiento o donando su sangre para transfundir sus anticuerpos a los enfermos. Sin embargo, no hay estudios suficientes que establezcan cuándo dura la inmunidad o cuán efectiva es, ni tampoco acerca de la efectividad de las transfusiones. Y, aunque las personas que pasaran la enfermedad fueran inmunes, tendrían que utilizar trajes de protección en los centros de tratamiento para evitar transferir los fluídos de los enfermos a las personas sanas.
«Hay personas en las que se han detectado anticuerpos contra el ébola hasta 12 años después de contraerlo, pero eso no demuestra que sean inmunes», explica José Félix Hoyo, vocal de operaciones internacionales de Médicos del Mundo, una ONG presente en Sierra Leona para combatir la transmisión del virus. En su opinión, superar el ébola no es sinónimo de inmunidad: «La inmunidad depende de que haya una cantidad lo suficientemente alta de anticuerpos».
«También puede ocurrir que se sea inmune a una cepa del ébola y no a otras, o bien que una misma cepa cambie tanto que los anticuerpos dejen de ser efectivos». Otras veces, la inmunidad puede ser parcial, lo que quiere decir que no evita contraer la enfermedad, pero que hace los síntomas más llevaderos. Por ejemplo, este es el caso de lamalaria, enfermedad que los pacientes de los países donde es endémica pueden sufrir varias veces seguidas pero con unos síntomas más benignos que la población del exterior.
Con todo esto, los pacientes que han superado la enfermedad y que trabajan en centros de tratamiento pueden «gozar de una gran tranquilidad», puesto que la inmunidad parece prolongarse al menos unos años. Pero aún así utilizan las mismas medidas de protección individual para no contagiar a otros, en opinión del doctor Hoyo.
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